En el fascinante inframundo de los antiguos nahuas, el noveno y último nivel albergaba deidades semidescarnadas, Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, soberanos de "la casa de todos" conocida como Chiucnauhmictlan.
Sin embargo, el viaje a través de estos niveles no era solo un recorrido mitológico; presentaba desafíos cruciales. En el primer nivel, un río trascendental, el Apanohuaya, actuaba como la frontera entre los vivos y los muertos. La superación de este obstáculo requería la guía espiritual de un xolo bermejo, un psicompompo, cuyo papel era crucial en la travesía entre dimensiones.
Este xoloitzcuintle color bermejo, más que un simple guía, se convertía en el faro que conducía a los viajeros a través de la complejidad de la vida y la muerte. En su tonalidad rojiza se encerraba un simbolismo profundo, representando la conexión entre lo terrenal y lo espiritual. Así, el xolo bermejo emergía como un elemento clave en el tapiz mítico nahua, desempeñando un papel fundamental en la travesía de almas entre los reinos del inframundo.
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